Crecer en familia

Revista para madres y padres: crianza, educación, psicología y salud.

Mantenerse en pareja

por Miquel Àngel Alabart

La maternidad y la paternidad son situaciones de riesgo para la pareja y, si se tiene más de un hijo, todavía más. Pero muchas pasan la prueba con nota. ¿Cuál es el truco?

“Desde que tuvimos el segundo, empezamos a distanciarnos.” ¿Cuántas veces hemos oído o quizá dicho –o pensado− una frase como ésta? La maternidad y la paternidad son una situación única que, al mismo tiempo que nos alegran, nos emocionan y nos llenan, también nos trastornan. Cada nuevo hijo es una situación de riesgo, una prueba de fuego que, si ya desestabilizan a cada persona individualmente, pueden ser directamente el inicio del fin para la pareja… o no. También hay parejas en que la frase es la contraria: “Los hijos fueron la guinda del pastel. Si ya estábamos bien antes, desde que tenemos niños estamos pletóricos”. Y entre medio, los matices que se quieran.

Lo que está claro es que la aparición de los hijos acentúa situaciones que ya estaban antes pero no son –y no deberíamos esperar que lo fueran– la solución a nuestros problemas de relación. Otro tema es que la diferente actitud ante el hecho de tener hijos –por ejemplo, que la mujer los quiera y el hombre no– sea motivo de problemas en la pareja. Lo ideal es que los hijos sean el resultado de un proyecto conjunto de pareja, y cuando no es así –porque uno de los dos no quería o quizá porque llegan por sorpresa y no ha habido tiempo de hacerse a la idea– es más probable que su llegada desconcierte.

En resumen, hay factores anteriores a la llegada de la criatura que juegan a favor –o en contra– para que la relación resista. Y hay factores que tienen que ver con la propia esencia de tener hijos.

Necesidades de cada uno
La metáfora del hombre-niño o la madre-niña puede parecer una caricatura un poco exagerada pero lo que sí que está claro es que, con la llegada del bebé, hay que asumir responsabilidades en la propia vida que son imprescindibles para hacerse cargo de él. Querer a la pareja y a la criatura tiene como consecuencia una serie de renuncias además de satisfacciones, y es necesario que los dos lo tengan presente de manera similar, aunque no sean las mismas en ambos miembros de la pareja.

Aunque todo esto no significa que tengamos que ignorar nuestras necesidades, muchas de las cuales serán nuevas. Hemos de ser conscientes de ellas y, si es posible, satisfacerlas pues ¡esto también será beneficioso para nuestros hijos! Lo cual comporta, a veces, saber pedir las cosas. No nos parecería razonable que un hombre, al día siguiente de ser padre, dijera que necesita su espacio y se fuera los dos días del fin de semana. Hay que suponer que su responsabilidad de adulto ya no se lo dejará hacer. Pero sí que parece más razonable que al cabo de unos días de trabajar fuera y dentro de casa –haciendo la mayor parte de las tareas domésticas para que la madre pueda estar exclusivamente con el recién nacido– exprese un gran cansancio y busque la manera de poder dormir una siesta de 45 minutos. O que la madre, exhausta y quizás angustiada por los llantos que no comprende de su bebé, pida desaparecer un par de horas e ir a tomar un café con una amiga. Y que intente tener ayuda y compañía más a menudo. La soledad es una gran enemiga de la crianza… y de la pareja.

A menudo, cada uno de los miembros de la pareja necesita también reconocimiento, saber que el otro ve lo que hace: que está entregado o entregada a la familia, que la dedicación al trabajo o al negocio es necesaria para el sostenimiento de la casa, que el trabajo de casa es mucho mayor que antes, que el cuidado del bebé ya exige una gran energía de por sí, que ha renunciado durante un tiempo a sus expectativas profesionales. En resumen, que la intención es buena. Decirse frases de agradecimiento y alabanza mutua puede alimentar a la pareja en estos momentos.

Además, hoy en día hay una situación muy diferente a la que vivían las parejas con hijos de hace cincuenta años. Nos parece que la clave está en dos elementos. Por un lado, los roles están en negociación permanente en muchas parejas. Incluso cuando en la práctica es la mujer la que se hace cargo de los hijos, y el hombre de sostener a la familia económicamente, ninguno de ellos, lógicamente, renunciará al otro aspecto. Pero entonces esto implica mucha comunicación y ajuste mutuo porque no siempre es fácil para cada uno entender lo que significan para el otro sus renuncias… ¡ni que ambos puedan hacerlo todo juntos! Es necesario que las decisiones estén compartidas al máximo y que se busquen formas imaginativas de organizarse. De otra manera, el que siente que ha renunciado a más cosas sin haberlo escogido, sentirá un gran resentimiento hacia el otro.

Parejas solas
Por otra parte, la pareja normalmente se encuentra bastante sola ante el estrés en todos los sentidos que comporta la crianza. Cuando, además, las criaturas son dos o más, es más probable que la euforia que acompañó a la llegada de la primera no sea tan grande con la siguiente o siguientes y, en cambio, el trabajo sí que lo sea. Si la pareja en conjunto no encuentra el sustento que necesita –de la familia, de la sociedad– es habitual que al final cada uno por su lado intente pedírselo al otro o, incluso, exigírselo y al mismo tiempo recriminarle todo lo que le falta o va mal, como si fuera culpable de eso. “A veces parece que todo lo que comporta tener hijos es culpa mía”, nos decía una madre desconcertada. Pero sabemos de hombres que se sienten igual. Estos sentimientos pueden ir minando la relación porque el reconocimiento es una necesidad de las personas cuando sentimos que damos al límite. La clave es, una vez más, la comprensión y la confianza en que los dos están remando en la misma dirección, aunque a veces no nos lo parezca. ¡No podemos controlarlo todo siempre!

La pareja como tal necesita también el sustento externo. Al principio en forma de apoyo físico u horas de trabajo (hay que pedir, si es necesario, esta especie de voluntariado que antes realizaba la familia extensa e, incluso, las vecinas), emocional –y ya hemos comentado que, sobre todo, quien se hace más cargo del bebé necesita más, no sólo de su pareja– y económico (hay países que lo han previsto en forma de ayudas de verdad pero, desgraciadamente, no es nuestro caso). Las dificultades económicas serias acaban siendo un importante factor de riesgo para la pareja. Después, necesitarán tiempo para estar juntos, comunicarse, tener intimidad, reencontrarse, mantener su amor, en definitiva.

Acordar criterios
Un importante motivo de conflicto dentro de las parejas con hijos son los criterios de crianza y educativos. Si la pareja tiene ideas parecidas respecto a la vida misma –que se habrán podido ajustar, además, durante la vida de pareja sin hijos– será más fácil ponerse de acuerdo también en este tema. A pesar de esto, siempre habrá discrepancias porque, a diferencia del resto de la convivencia, la crianza no se ha podido ensayar ni permite muchas equivocaciones, de manera que los dos miembros de la pareja se van adaptando sobre la marcha. Un punto importante que se ha de tener en cuenta es que las criaturas no son propiedad de ninguno de los dos. Por lo tanto, hablar en términos de se hará como yo digo no ayuda mucho a mantener una buena relación de pareja. Por pesado que sea, hay que intentar encontrar puntos de consenso y pensar en lo mejor para la criatura y no en ganar la discusión; y al mismo tiempo se ha de tener en cuenta que muchas veces es mejor para los hijos que sus padres estén de acuerdo que la decisión educativa en sí, por mucho que a uno de los dos le parezca equivocada.

Las personas evolucionamos y lo hacemos conjuntamente, o no, con nuestras parejas. Cada fase que pasemos juntos sienta las bases de la siguiente. A veces hay situaciones, como tener hijos, que nos cambian mucho y para siempre. Entonces, prácticamente habrá que reconstruir la pareja porque, quizás, la relación que establecimos en su momento nos sirvió para una situación, pero ya no sirve para otras. Digerir juntos estos cambios –con amor, humor, comunicación y generosidad– es la única manera de ajustarse para continuar juntos.

 

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Claves para «Resistir»:

  • Antes de tener hijos con la pareja, es necesario que haya amor y que sea un deseo de los dos.
  • La relación dentro de la pareja funciona mejor si está equilibrada, entre adultos que se cuidan mutuamente. No uno que hace de padre o madre del otro.
  • Es mejor aceptar que hay necesidades que habrá que posponer. Hay que reconocer las más urgentes y expresarlas francamente, y escuchar y aceptar también las de tu pareja.
  • Pedir es más amoroso que exigir.
  • Y, ¿si le expresas a tu pareja, al menos una vez al día, el reconocimiento por todo lo que hace y por todo a lo que renuncia? Si habéis repartido los roles, puedes mirar de hacerle ver que comprendes lo que le supone el suyo. Y si no lo comprendes, confía en que la intención es buena.
  • Es recomendable identificar las necesidades como pareja que no podéis satisfacer los dos solos y buscar juntos apoyo de fuera desde el primer momento. Ayuda mucho la complicidad de otras familias y hacer vida de comunidad con ellas.
  • ¿Qué tal cuidar los ratos en que estáis solos (una cenita cuando las criaturas duermen, una peli, un masaje, una bañera)? Es importante planificar juntos, sobre una agenda, los ratos para estar solos o con amigos. Al principio, cortos; a medida que los hijos crezcan, algún fin de semana…
  • Hay que encontrar puntos de acuerdo cuando discrepéis respecto a la crianza y la educación, siendo flexibles y realistas. Los hijos no necesitan unos padres perfectos y, en cambio, sí que necesitan que intenten ponerse de acuerdo.

 

Miquel Àngel Alabart es psicopedagogo y terapeuta gestáltico. Es director y editor de  Crecer en Familia

 

 

 

Alabart, M.A. (noviembre y diciembre 2011).»Mantenerse en pareja» . Crecer en Familia, num.16.

2 comentarios el “Mantenerse en pareja

  1. magaly
    enero 28, 2014

    Muy bueno los consejos, pero en mi caso yo si estoy separada pero ahora estamos tratando de estar bien con el papa de mi hija para q ella se sienta feliz

  2. Pingback: Pos parto: ¿Qué pasa con la relación de pareja cuando nace el bebé? | Sintomas de Parto

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Esta entrada fue publicada en diciembre 10, 2013 por .